En las últimas décadas ha aumentado el número de recolectores de hongos/ setas en nuestros montes, tanto con fines recreativos como comerciales, esta proliferación está generando un deterioro en el medio y una serie de conflictos.
Las causas que motivan estos problemas tienen un origen claro, la masificación y la falta de educación sobre el medio natural y la vida rural, que desemboca en que muchos recolectores realicen prácticas perjudiciales: remover el suelo, pisoteo excesivo, abusiva recolección, destrucción de especies, vertido de basuras, molestar a la fauna y al ganado, tumbar o romper vallas, irrumpir en cultivos, vehículos mal estacionados, deterioro de caminos y pistas, dejar abiertas puertas de fincas de ganado, etc.
La legislación vigente, como la ORDEN de 16 de septiembre de 1996, de la Conselleria de Agricultura y Medio Ambiente, por la que se regula la recolección de setas y otros hongos en el territorio de la Comunidad Valenciana, hoy por hoy y a los hechos nos remitimos,no es suficiente para conseguir un modelo de gestión sostenible. Por tanto surge la necesidad de regular el aprovechamiento mediante Planes Técnicos de Ordenación Micológica.
Un Plan de Ordenación Micológica regula la actividad recolectora recreativa, científica y comercial, para salvaguardar el hábitat y las especies. Por eso incorpora algunos aspectos técnicos como: la capacidad de carga (máximo de personas que pueden acceder a una zona concreta en el día), determina las especies objeto de recolección y cantidad máxima, fija el periodo de recolección, los tipos de permisos a expedir, etc. Al mismo tiempo plantea acciones de mejora en el hábitat, en beneficio del recurso y conciencia e informa sobre buenas prácticas. Todo ello teniendo en cuenta la compatibilidad con otros usos, como el ganadero o el cinegético.
El Plan de Ordenación puede derivar en un coto de setas y hongos, en la que los Ayuntamientos o el particular imponen unas tasas por la recolección. Esta recaudación debe repercutir en el plan de mejoras que dicta la Ordenación, en el mantenimiento de infraestructuras, en compensar los posibles daños ocasionados por los recolectores, gastos de gestión, contratación de personal, etc. La actividad micológica puede ser un recurso económico de relevancia para muchos municipios o particulares si se realiza una buena gestión.
Otro tema es la Licencia, al igual que cazadores y pescadores que hacen uso de un recurso natural, sería interesante que para la recolección de hongos, también se exigiera previo examen de conocimientos. La licencia sirve por un lado para censar el número de recolectores y por otro, para dar a conocer la normativa que regula esta actividad.
En definitiva, un aprovechamiento micológico sostenible busca el equilibrio entre conservación y recurso económico.